Todas las enfermedades tienen su origen en la mente; con el poder de la mente podemos deshacer lo que hemos creado, pero la curación será temporal, porque en realidad no hemos sanado la relación con la muerte.
Nuestra relación con la muerte se remonta simbólicamente al pecado original. Cristiano Federico Samuele Hanhemann, en su tratado sobre las enfermedades crónicas, describe la «psora» como el miasma principal con el que nacen todos los seres humanos; se identifica con la pulsión de muerte y la ansiedad existencial responsable de todos los procesos patológicos del ser humano.
La enfermedad es una advertencia, una manera de atraer la atención de la mente hacia un pensamiento que no está en armonía. Toda curación es temporal hasta que hemos sanado todos nuestros pensamientos negativos.
Si nos quedamos en el programa bebé-niño-adulto-viejo, es normal a cierta edad estar enfermo.
Por tanto, la pulsión de muerte es la fuente de todas las enfermedades. Pero, ¿qué es la muerte? Es la manifestación de una organización diferente de nuestras moléculas, que en vida tienen la forma de nuestro cuerpo.
Es necesario aprender a hacer funcionar mejor nuestro cuerpo con el poder de la mente.
El propósito del dominio del cuerpo es aumentar la calidad de vida. ¿Qué interés tenemos en la prolongación de la vida hasta los 150 años si 30 o 40 de ellos tendremos que pasarlos en una silla de ruedas o con tubos y equipos conectados al cuerpo o, lo que es peor, con demencia?
El interés puede residir sólo en batir un récord, pero la calidad de vida sigue siendo muy limitada.
Todas las enfermedades se deben siempre a desequilibrios energéticos, de energía bloqueada, y la mayoría de las veces esta energía equivale a energías emocionales cristalizadas.
Cuando la canalización de estas energías encuentra un obstáculo se desarrolla a nivel físico un equivalente simbólico del problema psíquico profundo del paciente. La curación consiste siempre en la comprensión del mensaje y en la corrección del defecto de información a través de un proceso de integración.
«Un hombre no está enfermo porque tenga una enfermedad, sino que tiene una enfermedad porque está enfermo».
La enfermedad hace al hombre honesto, porque le hace experimentar físicamente lo que no había querido comprender a nivel psíquico espiritual.
Partiendo de estas premisas, afrontamos algunas temáticas patológicas para comprender el significado simbólico e informativo, refiriéndonos especialmente a los estudios de Thorwald Dethlefsen y Rüdiger Dahlke.
En el cuerpo, los bloqueos energéticos emocionales se traducen en bloqueos de pulsiones sexuales, de agresividad, de ira y de resentimiento.